La hipertensión: el enemigo silencioso de su hijo

Cuando hablamos de hipertensión arterial, casi siempre pensamos en que se trata de un problema sólo de adultos. Esto no es correcto, la afección puede estar presente a cualquier edad.

Cifras de los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), reflejan que aproximadamente el 3.5% de la población infantil y adolescente de este país, padece de presión arterial alta o hipertensión; sin embargo, a menudo esta condición pasa desapercibida y no es tratada; por lo que se detecta ya en etapas de la adultez, cuando ya hay presencia de síntomas o enfermedades concomitantes. Igual panorama reflejan los países de la región centroamericana, en los que la obesidad es considerado un problema de salud pública. 

"Si la presión arterial alta no se identifica a temprana edad, podría pasar sin diagnosticarse durante años, lo que produciría un daño orgánico y otros problemas de salud, como arteriopatías coronarias, durante la vida adulta", explica la cardióloga pediatra Carmen Requena. 

Valores de la presión arterial en niños
El término presión arterial hace referencia a dos mediciones separadas: La presión arterial sistólica, que es la presión más alta que se alcanza en las arterias a medida que el corazón bombea sangre para que circule por el cuerpo; y la presión arterial diastólica, que es una presión mucho más baja, que ocurre en las arterias cuando el corazón se relaja para absorber sangre entre latidos.

Si una de las dos mediciones, o ambas, están por encima del rango encontrado en personas sanas de la misma edad y del mismo sexo, tendremos un cuadro de hipertensión. En los niños no es diferente, salvo los valores, que serán de acuerdo a su edad.

“En los niños, la hipertensión es difícil de diagnosticar, ya que esta se puede ver influenciada o afectada por muchos factores, como la estatura, la edad y el sexo. Por ello, la recomendación es que los niños se sometan a evaluaciones anuales de presión arterial alta a partir de los 3 años de edad, en cada una de sus visitas anuales de control periódicas”, explica.

“Si la presión arterial de su hijo es alta, le pedirán que regrese una semana después para evaluar de nuevo y verificar si las mismas siguen siendo altas. Si su hijo tiene lecturas de presión arterial elevadas en tres visitas consecutivas, deberán a una evaluación para determinar la causa de la hipertensión y el riesgo de lesiones orgánicas”, añade.

De acuerdo con Requena, los bebés prematuros o de bajo peso al nacer, que tengan una estadía prolongada o difícil en el hospital tal vez necesiten evaluaciones de presión arterial antes de los 3 años de edad. Asimismo, los niños que tengan cardiopatías congénitas, que estén recibiendo medicamentos que pudieran aumentar la presión arterial o que tengan cualquier otra afección, tienen un factor de riesgo aumentado de padecer hipertensión.

“Como padres, debemos siempre recordar preguntar al pediatra si le tomó la presión arterial a nuestro hijo y, si lo hizo, si la lectura es normal o preocupante. Es nuestra responsabilidad”, enfatiza.

¿Cuáles son las causas?
La cardióloga pediatra explica que la presión arterial alta en niños es casi siempre asintomática, sin ningún síntoma o molestia notable; y que en muchos casos, parece desarrollarse con el avance de la edad. Considerando esto, es posible que un niño no muestre signos de presión arterial alta como bebé, pero si la desarrolle a medida que crezca.

“En la mayoría de los niños y adolescentes no se identifica la causa de la hipertensión. Los médicos consideran la historia clínica del niños, los antecedentes médicos de la familia (hipertensión es hereditaria en 50%) y otros factores de riesgo como el bajo peso al nacimiento o si el niño tiene o no sobrepeso en el momento de su evaluación, o enfermedades como la renal o anomalías del corazón o del sistema nervioso o endócrino”, indica.

Cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dan cuenta que alrededor de los 7 años de edad, más del 50% de los casos de hipertensión en niños se debe a la obesidad; cifra que aumenta a entre el 85 y el 95% durante la adolescencia.

Manejo y tratamiento
El tratamiento de primera línea para la presión arterial alta en los niños sigue siendo el cambio de estilo de vida. Para la Dra. Requena los buenos hábitos de alimentación (no comer en exceso, evitar los alimentos procesados, consumir alimentos bajos en sodio y azúcares adicionales y rico en frutas y verduras; y realizar abundante actividad física son hábitos importantes que deben seguirse, desde los primeros años de la infancia y para el resto de la vida de su hijo.

“Si la causa fuera la obesidad, el primer paso será que el niño baje de peso. Esto deberá ser algo controlado muy estrictamente por el pediatra. Bajar de peso no solo bajará la presión arterial, sino que también puede brindar muchos otros beneficios de salud”, comenta.

Para aquel paciente cuyos cambios de hábitos o estilo de vida no es suficiente, será necesario la administración de medicamentos específicos según la causa de la hipertensión, además de antihipertensivos analizados con seguridad comprobada a corto y largo plazo.

“La cantidad de niños que deben consumir medicamentos antihipertensivos es pequeña, alrededor de 1% o menos. La clave está en los cambios de hábitos y en la detección y tratamientos de las enfermedades causantes de la hipertensión”, precisa.

Dependiendo de cuán alta sea la presión arterial, puede que su pediatra refiera a su hijo a un especialista, por lo general un nefrólogo pediátrico (especialista en riñones) o un cardiólogo pediátrico (especialista en el corazón).

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Manejo de la hipertensión resistente

La hipertensión arterial (HTA) sigue siendo un problema de salud pública de primer orden y en Panamá no es diferente. Diversos estudios, a lo largo de los últimos años, han demostrado que la HTA es la principal causa de muerte e invalidez en el mundo. Se estima que cerca de 8 millones de personas fallecen anualmente como consecuencia de la HTA.

Otros estudios también han demostrado que el aumento de las cifras de presión arterial, tanto sistólica (coloquialmente conocida como "la máxima") como diastólica ("la mínima") se acompañan de un aumento progresivo del riesgo de muerte por enfermedad arterial coronaria (infarto de miocardio, ataque de corazón) o por accidente vascular cerebral ("la embolia cerebral").

Asimismo, se estima que el 60% de los accidentes vasculares cerebrales (embolias) y el 50% de los ataques de corazón, tiene como causa principal la hipertensión arterial.

La importancia del control
A pesar de conocerse con certeza los riesgos de la hipertensión arterial, menos de la mitad de los pacientes hipertensos son bien controlados. El mal control de la hipertensión se debe a un incorrecto cumplimiento del tratamiento. Además, es bien conocida la importancia de seguir unos hábitos de vida adecuados como:

- Limitar el consumo de sal
- Evitar el sobrepeso/obesidad
- Tomar los tratamientos farmacológicos indicados.

El último punto es gran importancia, ya que un importante número de pacientes no siguen de manera adecuada el tratamiento prescrito por su especialista.

La hipertensión resistente
La hipertensión arterial refractaria, también conocida como hipertensión resistente, se define como la ausencia del control de la presión arterial en pacientes tratados con tres o más fármacos antihipertensivos, administrados a dosis óptimas.

Los pacientes con este tipo de hipertensión tienen un elevado riesgo de complicaciones cardiovasculares a medio plazo, por lo que requieren ser evaluados en centros especializados para confirmar el diagnóstico, descartar causas que condicionen la mala respuesta al tratamiento y valorar nuevas alternativas terapéuticas.

La evaluación de estos pacientes requiere de la realización de una monitorización ambulatoria de la presión arterial (MAPA o Holter de presión), completos análisis de sangre y la realización de estudios complementarios para descartar causas secundarias potencialmente curables (enfermedad vascular de las arterias renales, enfermedades endocrinas, etc.).

La denervación de las arterias renales mediante intervencionismo percutáneo es una nueva técnica potencialmente útil en los pacientes con hipertensión arterial resistente en los que se han agotado las medidas farmacológicas.

Se trata de un procedimiento no invasivo, relativamente sencillo, y con muy bajo riesgo. Los resultados iniciales son alentadores, consiguiéndose un mejor control de los valores hipertensivos y una mejoría de la calidad de vida de los pacientes tratados.

Por Dr. Alexander Adames – Cardiología Intervencionista

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